
Zafira Ais
- 11/08/2025
🏗️ Brutalismo: la belleza cruda que no pide permiso
El brutalismo es hormigón, fuerza y honestidad. De la posguerra a Instagram, un estilo que no busca agradar y sigue inspirando.
Entre mediados de los 50 y los 70, la arquitectura rompió con todo lo anterior. Nada de ornamentos, nada de disimular: el brutalismo irrumpió con paredes de hormigón a la vista, estructuras masivas y una estética que no intenta agradar. Su nombre proviene del francés béton brut (“hormigón crudo”), expresión popularizada por Le Corbusier.
El brutalismo no nace solo como estilo: es una postura política y social. Surge en un mundo que intenta reconstruirse tras la Segunda Guerra Mundial, en un contexto de escasez y urgencia por construir rápido, barato y para todos.
📐 Una estética que es ideología
A diferencia de estilos anteriores, el brutalismo no busca “belleza” en el sentido clásico. Su belleza está en la honestidad estructural:
Materiales sin maquillaje: el hormigón se muestra tal cual sale del encofrado, con sus texturas y cicatrices.
Escala monumental: edificios que parecen esculpidos a partir de un solo bloque.
Formas geométricas repetitivas: un lenguaje visual que transmite solidez y permanencia.
Estos rasgos lo convirtieron en el estilo favorito para edificios públicos, universidades, centros culturales y complejos de vivienda social. La idea era clara: la arquitectura al servicio de la comunidad.

🌎 Del posguerra a Latinoamérica (y de ahí a Instagram)
Aunque nace en Europa con referentes como Alison y Peter Smithson en Reino Unido o el propio Le Corbusier en Francia, Latinoamérica abrazó el brutalismo con identidad propia:
📚 Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Buenos Aires, 1992, Clorindo Testa, Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga)
🎓 Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA (Clorindo Testa)
🏢 Edificio del Ministerio de Obras Públicas en Chile
🏠 Conjunto Habitacional Nonoalco-Tlatelolco (México)
Hoy, aunque durante décadas fue criticado como “frío” o “inhumano”, el brutalismo vive un renacimiento estético en redes sociales. Fotografías de sus volúmenes dramáticos y sombras duras circulan en cuentas de arquitectura y diseño, inspirando desde editoriales de moda hasta branding minimalista.
💬 ¿Por qué sigue atrapando?
Porque el brutalismo no intenta caer bien. No busca adornos ni artificios: te muestra la verdad de lo que es. Y en una era en la que todo pasa por filtros y edición, esa crudeza resulta refrescante, auténtica… y un poco punk.
Además, su estética dialoga con tendencias actuales como el minimalismo brutalista en diseño web y gráfico, que recupera esa idea de mostrar estructura sin ocultar nada.

🏛️ Brutalismo hoy: entre la nostalgia y la resistencia
Algunos edificios brutalistas han sido demolidos, otros restaurados y revalorizados. Hay debates sobre su conservación, no solo como patrimonio arquitectónico, sino como memoria de un momento en que la arquitectura tenía una fuerte carga social y utópica.
Quizás por eso, más allá de su apariencia áspera, el brutalismo conmueve: es un recordatorio de que los espacios pueden ser honestos, sólidos y colectivos.
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